viernes, 13 de noviembre de 2009

TIPOS DE AGUILAS




Existe una controversia poco conocida sobre el ave que adorna el escudo nacional.

Me refiero, por supuesto, al águila real, posada en un nopal devorando una serpiente de cascabel.

Oficialmente no hay duda ni controversia, se trata de un águila real y de una serpiente de cascabel.

Aún cuando inexplicablemente no lo especifique la Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales, el ave del escudo es, a todas luces un Aquila chrysaetos y la serpiente pertenece al género Crotalus.

La discusión de la que les hablo se produce al tratar de desentrañar el hecho biológico del mito original y su posterior manipulación.

La verdad, es una discusión ociosa pero interesante, habida cuenta que estamos intentando anclar en el mundo real y biológico un hecho mítico y sobrenatural.

Varios ornitólogos mexicanos y extranjeros han señalado que, en los códices prehispánicos, el ave que aparece posada en un nopal tiene una cresta o penacho.

Aún en el códice Mendoza, confeccionado ya en la más temprana época colonial, el ave que aparece (sin serpiente) posee una cresta, como un Caracara, pero con una coloración diferenciada y piernas emplumadas, como el Águila.

El Caracara o quebrantahuesos es un ave crestada, de la familia de los Falcónidos, emparentado lejanamente con las águilas.




Crestados también son el Águila harpía y las Águilas ornamentadas pero estas especies habitan las selvas húmedas del Sur, lejos de los territorios en que se desenvolvieron los aztecas.

Además, el Caracara es un ave que se alimenta tanto de reptiles como de carroña y esa asociación con la muerte puede haberla hecho un ave con una fuerte carga simbólica para los aztecas.

Hay otros biólogos, como Manuel Carrera Stampa que identifica a la serpiente como una culebra de agua del género Thamnophis, lo que no suena nada descabellado siendo que hablamos de una escena en la mitad de un gran lago.

Algunos estudiosos sospechan que la metamorfosis de Caracara-culebra a Águila-cascabel fue un cambio muy apropiado para los intereses de los conquistadores que podrían dotar a este símbolo transformado en una alegoría sobre la victoria de la verdadera fe, católica y europea, representada por un Águila real, presente también en la heráldica de varias casas reales del viejo continente, sobre la maldad de las falsas religiones prehispánicas representadas por el reptil venenoso.

Muchas lecturas se pueden hacer de la heráldica derivada del mito fundacional de México-Tenochtitlan hoy convertido en escudo nacional.

Hay historiadores que creen que tanto el símbolo como el mito son la representación de una alianza entre dos grupos de peregrinos aztecas, el lidereado por el sacerdote Tenoch -cuyo nombre significa tuna de piedra, de donde vendría el nopal- y Cuauhtlequetzqui –el que yergue el fuego del águila. Lo que explicaría la ausencia de serpiente en numerosos códices, así como en los escudos de Morelos e Iturbide.

Me quedo con un símbolo poderoso, ligado al mito fundacional de la nación mexica, manipulado en diversas épocas por diferentes actores para múltiples fines. Un símbolo cuya naturaleza biológica, si alguna vez la tuvo, se ha perdido a lo largo del tiempo.

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